miércoles, 26 de enero de 2011

Frases presindenciales vacuas.




Mantener la intensa colaboración entre México y Estados Unidos “en un espíritu de responsabilidad compartida y respeto mutuo”, fue la fórmula que dictó el inquilino principal de Los Pinos para informar a los gobernados, sin importar el divorcio entre las palabras y los hechos tercos y necios como son, de su encuentro fuera de agenda con Hillary Clinton.

La secretaria de Estado estadunidense es la selecta destinataria del “respeto mutuo”, sobre todo después de que el 8 de septiembre de 2010 comparó la difícil situación que padecía y aún padece México con la vivida por Colombia hace 20 años. Abundó entonces Clinton que la dimensión adquirida por el crimen organizado lo asemeja a “una insurgencia” que “controla ciertas partes del país”.


La reacción generada por la irritación presidencial azteca no se hizo esperar: “Los planteamientos son poco serios y descuidados”. Y enseguida Clinton también fue atajada por Barack Hussein Obama en la pretensión de dar ribetes ideológicos a una guerra que ahora es lucha, misma que no se explica sin las exigencias, presiones y asesorías de Estados Unidos, el principal consumidor de narcóticos y vendedor de armas en la aldea global y en México.


Mas ahora, cuatro meses y medios después, la señora secretaria brindó un espaldarazo a la estrategia de Felipe Calderón, de quien está impresionada por “su liderazgo en la lucha contra el crimen organizado”.


Es sabido que el apoyo acrítico es uno de los puntos más fuertes del abogado, economista y administrador público, y que el rencor es otro de los sentimientos que más lo anima. De tal suerte que la jefa de Carlos Pascual, el embajador que perdura en la cuerda floja pese a su abierto intervencionismo en asuntos mexicanos, se fue tranquila porque unas son las frases para el gran público y otras las conductas gubernamentales en privado, en los hechos.


Muy poco tiene que ver con la “responsabilidad compartida” la solicitud de Calderón, hecha el 17 de febrero de 2010 a Janet Napolitano, para que el Centro de Inteligencia de El Paso, Texas, ayudara a someter a las organizaciones criminales, en Ciudad Juárez, Chihuahua. Ahora conocemos el suceso por un memorando de Pascual que publicó el madrileño El País y divulgado por Wikileaks.


La respuesta de la secretaria de Seguridad Interior muestra en su verdadera dimensión al michoacano de Morelia. Le explicó, según el reporte de Pascual, que el “EPIC puede ayudar”, pero “México se debe mover más allá de los desplazamientos militares y establecer una policía en Ciudad Juárez capaz de inspeccionar todas las calles y manzanas”, pero “los servicios sociales y el estado de derecho debe también extenderse a toda la ciudad”. Justamente lo que en todos los tonos y días reclaman numerosos especialistas, opinadores, ciudadanos.


La subordinación de Calderón Hinojosa muy poco tiene que ver con “la cooperación soberana entre dos Estados con más de 3 mil kilómetros de frontera”, como pretendió justificar Leonardo Curzio en Primer Plano, del oficialista Oncetvméxico.


Menos todavía puede identificarse con “el respeto mutuo” la subordinación del Centro de Investigación y Seguridad Nacional que permitió a elementos de la Oficina Federal de Investigación que “entrevistaran” a extranjeros detenidos por el corrompido Instituto Nacional de Migración.


Con fraseología no se construye ninguna relación “en un espíritu de responsabilidad compartida y respeto mutuo” con Estados Unidos ni con nadie, si acaso se abdica de la soberanía y de las obligaciones de jefe de Estado, papel que como se observa le queda grande. Tanto que optó por soñar “con ese México que vendrá”. Y por el que tanto luchó don Samuel Ruiz García.

lunes, 24 de enero de 2011

Discurso y lesa patria.


Desde la óptica de Felipe en el país de las maravillas, la economía mexicana no podría estar mejor, pero lecturas más realistas documentan lo contrario. Sin embargo, esto último es tomado por Los Pinos como sinónimo de "hablar mal del país" (léase del "gobierno"), lo que es catalogado como delito de lesa patria, por mucho que las cosas estén color de hormiga. Analizar la realidad, no imaginarla –como suele ser el ejercicio de Los Pinos– casi es causal de pérdida de nacionalidad, según el autoritario dedo flamígero del inquilino de la residencia oficial.

En este contexto, ¿realmente "vamos a tener un buen año en lo económico"? ¿"Tenemos todo para que 2011 sea un año de realizaciones"? ¿Hasta cuándo vamos a lograr la mayoría de edad en materia de nuestro proyecto económico? ¿Hasta cuándo nuestras posibilidades de crecimiento de 6, 7 u 8 por ciento van a estar en función de la evolución de la economía estadunidense?, se preguntan los integrantes del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, candidatos a delincuentes de lesa patria, quienes tuvieron la gentileza de enviar a este espacio su más reciente análisis (Momento Económico) sobre la realidad nacional, del que se toman los siguientes elementos.

México no forma parte de los países emergentes que durante 2011 representarán 80 por ciento del aumento global, con crecimientos promedio de 6.4 por ciento. Su incremento, en el mejor de los casos, sería de 3.9 o 4.2 por ciento. Es necesario insistir en la necesidad de transformaciones que se orienten a un nuevo modelo de desarrollo que cuente con los recursos para que la fuga de capitales mexicanos se detenga (en 2010 había crecido casi 68 por ciento frente a 2009); que la inversión extranjera deje de ser atraída por el mercado accionario; que la banca que opera en el país oferte financiamiento al sector privado; que la planta productiva contribuya con la generación de empleos en un número superior a 700 mil plazas (el doble de lo pregonado); que una parte importante de las reservas internacionales (casi 116 mil millones de dólares) se conviertan en motor del crecimiento y que no se sumen a los créditos flexibles negociados con el FMI (73 mil millones). En tanto no se proceda a reorientar el actual modelo de desarrollo, los pronósticos para 2011 no son optimistas.

Las pequeñas y medianas industrias trabajan a menos de 60 por ciento de su capacidad instalada; la banca de desarrollo (propiedad del Estado) reportó el menor crecimiento desde 2008 (tercer trimestre de 2010); en los cuatro años de este sexenio sólo se han generado alrededor de 800 mil empleos formales, frente a los casi 5 millones demandados; el peso de la seguridad pública alcanzó 4.3 por ciento del total del presupuesto de 2011 y la educación representa 6.7 por ciento (gran parte a gasto corriente y no para nueva inversión educativa o su mejora), de tal suerte que de continuar los incrementos en seguridad en poco tiempo el gasto en este renglón superará al de educación (Genoveva Roldán Dávila).

No es sorprendente que la economía crecerá menos en 2011. Una parte del incremento de 2010 fue el resultado de una economía que rebota después de un año muy malo y que fue arrastrada por el crecimiento de Estados Unidos por medio de las exportaciones a ese país. El país no tiene dinámica propia de crecimiento; depende de la toma de decisiones de las trasnacionales y del comportamiento económico estadunidense. México, ha dicho el Premio Nobel de economía Paul Krugman, no es una economía emergente, es un satélite de Estados Unidos.

Ante la poca demanda externa se plantea, de manera insistente, por la empresa privada del país, la necesidad de fortalecer el mercado interno. Esta parece la solución obvia, pero ¿es posible ampliarlo en las actuales condiciones estructurales de la economía y teniendo en cuenta las orientaciones del modelo neoliberal? No. El mercado interno se compone de inversión y consumo (privado y gubernamental). El primero representa alrededor de 70 por ciento del PIB, y su recuperación no logra alcanzar el nivel registrado en años previos a la crisis, ya que depende en gran medida de la masa salarial, misma que está en función directa de la cantidad del empleo disponible y del nivel medio de los salarios reales.

La apertura indiscriminada de la economía y su desregulación tuvo como efecto directo la ruptura de las cadenas productivas, un proceso de destrucción de la industria nacional volcada al mercado interno y su remplazo por una industria exportadora tipo maquila. Por ello, se da el remplazo de la producción local por las importaciones y por una parte sustantiva del consumo y de la inversión extranjera. La producción en México se transforma en importaciones ¿Dónde queda entonces el mercado interno?

El sector empresarial exige más inversión del Estado para lograr una "virtuosa asociación público-privada", pero sólo puede invertir más si incrementa la recaudación fiscal (los empresarios no quieren pagar más) o si cambia el destino del gasto. Los empresarios creen que debería gastarse menos en sueldos y salarios o disminuir la inversión social. Supuestamente la asociación público-privada redundaría en más inversión, crecimiento, empleo y productividad, y con ello más mercado interno. Nada más lejano de la realidad, en tanto no aumente el consumo de los trabajadores, para lo cual se requieren mayores niveles educativos, mejoras en la salud pública. La productividad del capital continuará amarrada a la precarización del trabajo y, por lo tanto, en la profundización de las políticas neoliberales que han provocado que el mercado interno hoy se encuentre gravemente debilitado (Juan Arancibia).

Ademas:

Del matemático Felipe Calderón, egresado de la Universidad Cantinflas: “para la mitad de la gente, aunque tú cuando le preguntas cuál es su situación personal, familiar, sí se refleja que ha mejorado, pero la percepción es que seguimos, para el 70 por ciento de la gente, en crisis. Para la mitad; es decir, para el 35 por ciento, no sólo seguimos en crisis, sino en lo peor de la crisis y para el 25 por ciento de esos 35, o sea, casi para todos esos, no sólo eso, sino que no hay remedio para la crisis… que la gente que puede comprar, porque sí tiene dinero y sí tiene un ingreso no compra; si sabe que puede cambiar el refrigerador, no, espérate, no compres; si quiere y a ella se le antojó el coche el modelo 11, están padres. No, espérate, pero no compres coche, está muy fea la cosa; si quiere comprar casa, se la prometió a la señora, ya tuvieron otro niño, tiene con qué, puede ir al banco a pedir, no mejor ahorita no compro” (el susodicho en la reunión anual de industriales "por un México ganador"). ¿Alguna duda?.

domingo, 23 de enero de 2011

La anulacion del voto en tiempos de alianzas.


Para comenzar me gustaría hacer una pregunta sencilla: ¿por qué vota la gente por un partido político y no por otro? Es una pregunta sencilla, pero su respuesta es compleja. Sin embargo, para avanzar en la reflexión obviaré el complejo proceso de la formación ideológica y la irracionalidad que priva en ciertos sectores (por ejemplo: aquellos que votan por un partido que no sólo no defiende sus intereses sino que va en contra de ellos). Por ello, me animo a dar una respuesta igualmente sencilla: la gente vota por un determinado partido porque siente alguna afinidad con el proyecto que éste representa y no por otro. Aún viviendo en el tiempo del eterno retorno, del fin de las ideologías, de las utopías y del sujeto, y suponiendo que la gente decide todavía su voto con algo de racionalidad, podemos decir que la gente vota porque hay algo en el proyecto de un partido que le resulta afín. Vamos: aunque cierta autoimagen posmoderna sea cierta (la de ser no una mera teorización sino un producto del cambio de sensibilidad que se está dando a nivel de la cultura cotidiana) tendremos que decir que persiste cierta racionalidad en la toma de decisiones que, a pesar del debilitamiento ideológico, permite cierto arraigo e identificación con un determinado proyecto político.

Avancemos en ese sentido llevando a un terreno concreto lo expresado en el párrafo anterior. Cambiemos entonces la pregunta: ¿por qué la gente votaría por el PAN? Ahí la respuesta no se antoja tan fácil. Por ejemplo: los más conservadores votan por ese partido porque en éste logran percibir una ascendencia de lo moral sobre lo político. Para estos grupos, la política es en realidad una extensión de la moral que funciona para salvaguardar los principios y valores que, a decir de estos, nos identifican como pueblo y como nación (ya después, en otro texto criticaré también la ambigüedad de los términos en el discurso lopezobradorista que, a mi juicio, es más cercano a un proyecto conservador que de izquierda. Pero eso lo haré en texto que estoy preparando sobre el populismo). Hay por lo tanto cierta perspectiva moralista y moralizante de la política (que por cierto es algo común con las ideologías de tercera posición, posmodernas, es decir: postliberales y posmarxistas, como es el caso de AMLO. Pero de nuevo: aguanten; eso lo explico otro día).

Sin embargo, ni siquiera el conservadurismo (que tiende a la petrificación social) ha sido inmune a los cambios culturales provocados por la globalización económica y el neoliberalismo. Algunos de estos sectores han aprendido (como los sectores de izquierda) a convivir con dichos cambios. En algunos casos parece que se trata de una cuestión más bien de sobrevivencia, pero en otros se ha dado un giro pragmático en el que la política, al mismo tiempo que funciona como facilitador del proceso de mercantilización, también protege en la esfera jurídica los principios y valores que (de nuevo a decir de ellos) nos identifican. Vamos a decirlo así: sin desprenderse de su conservadurismo moral, algunos (neo)conservadores han entrado en un proceso de (neo)liberalización del que sacan jugosas ganancias. En términos simples, cuando hablamos de la “doble moral” del PAN nos referimos justamente al giro pragmático que admite una flexibilización ética que les permite seguir siendo siervos de Dios y al mismo tiempo practicar el rito pagano de adoración del mercado (para los cons que estén leyendo juego con metáforas teológicas para ustedes).

(Por cierto: las metáforas teológicas también son útiles para criticar al “místico” AMLO, quien usa la figura ambigua de “pueblo” con una significación más escatológica y teológica que filosófica y política. De nuevo, nada más estoy provocando. Otro día aclaro.)

Ahora. Por otro lado vale la pena preguntar: ¿por qué votaríamos por los proyectos electorales de izquierda? En lo personal, sin pensarlo mucho, lo haría por la simple razón de que por medio de estos nos sería posible construir una sociedad que acepta y respeta la heterogeneidad y la pluralidad que la constituye.

Esto puede verse, sin embargo, como una reducción terrible. Ateniéndose a la historicidad del concepto, “ser de izquierda” implica, aún para los más moderados, una visión del mundo y la vida que para materializarse requiere postular la superación del capitalismo (para los más teóricos: lo que requiere de un sostenimiento de la crítica de la ontología política fundamental de la modernidad [el liberalismo]). Aunque el giro pragmático y la flexibilidad ética (en el caso de la izquierda) y moral (en el caso de la derecha) es producto del reconocimiento de la necesidad de modificar el lenguaje, aún así la modificación del lenguaje y la flexibilización ética no implica el abandono del núcleo reflexivo y teleológico que da sentido a las izquierdas: la crítica y superación del capitalismo.

Pero no quiero ir por allí. Me gustaría en todo caso reafirmar que por cuestiones históricas las izquierdas han tenido que abandonar la reflexión del problema social enfocado en su naturaleza económica y dedicar el tiempo a la acción político-electoral. Debido a las transformaciones históricas (la caída del muro, el proceso de globalización y la consolidación mundial del neoliberalismo) y del mismo modo como ha sucedido con los sectores conservadores de derecha, las izquierdas han tenido que dar un giro pragmático. Ahí el realismo rebasa cualquier pretensión de transformación radical. Los cambios sucedidos en las últimas décadas nos obligan a reconocer, sin caer en fatalismos, que la transformación radical, si bien tiene que seguir siendo pensada y postulada como ideal que detona la acción (tensión y función utópica del discurso), es por el momento imposible. Seamos entonces realistas: si las izquierdas llegasen en este momento al poder, es poco probable que logren una transformación de las relaciones sociales (que son de naturaleza económica). En cuestiones económicas, a las izquierdas no les ha quedado sino practicar lo que podríamos definir como un discurso gatopardista, quedando como detonador de su praxis el encontrar los puntos de fuga en la democracia liberal para desde allí avanzar en la ampliación de derechos de grupos marginados que por su condición habían quedado relegados del pacto político.

Vamos a decirlo de forma sencilla: en términos de economía el PAN y las izquierdas electorales no son tan distintos. Siendo así, ¿qué es lo que varía y qué es lo que les permite ser opciones? El núcleo ético. Ante las "derrotas" ideológicas, lo que mantienen PAN y las izquierdas electorales es su núcleo ético. Si en el plano económico el PAN y las izquierdas electorales se han visto obligados a (neo)liberalizarse, entonces lo que respalda sus proyectos como "partidos" es su núcleo ético. Ya habiendo cedido en lo económico, las izquierdas buscan el poder para “hacer algo”.

Sin embargo, el hecho es que la ampliación de derechos es algo a lo que el PAN se opone sistemáticamente. Su moral no puede aceptarlo. ¿Cómo resolverán las izquierdas esa encrucijada? La realidad es que no pueden. Su proyecto depende de autonomía de su núcleo ético frente a la visión moralista y moralizante de los grupos conservadores. En realidad es muy simple: para ampliar derechos las izquierdas y el PRD no pueden aliarse con los grupos que se oponen a esos derechos (PAN, PVEM y algunos sectores del PRI), porque si lo hacen, ¿qué es lo que negocian a cambio? No hay de otra: dado que ya se ha renunciado a una transformación radical de la naturaleza de las relaciones sociales en el capitalismo, lo único que queda son esos derechos que se buscan ampliar. Vamos, en materia económica no hay nada que hacer: las izquierdas electorales y PAN son casi iguales. (Esto lo tengo que aclarar porque veo venir crítica lopezobradorista. Por ejemplo: puede variar su consideración a propósito de cómo eliminar la pobreza o qué grado de pobreza es aceptable, pero no en cuanto el hecho de la pobreza en sí. En el caso de AMLO, que es quien denuncia con mayor ferocidad el problema de la pobreza y la injusticia, no se propone una transformación de las relaciones sociales. En todo caso propugna por un capitalismo preneoliberal, una suerte de retorno al punto en que el liberalismo degenera en neoliberalismo. Su discurso no es entonces anticapitalista, sino antineoliberal). Y si se negocian derechos, ¿entonces qué queda? Pues no queda nada. Vamos particularizando: si el PRD ya renunció a una transformación económica, ahora renuncia a la construcción de derechos sociales. Y si no un botón:

El dirigente del PRD en el Estado de México dijo hace unos meses que para ir en alianza había que sacrificar la ampliación de derechos. Literalmente dijo que los derechos sociales no eran prioridad; que la prioridad era evitar que ganara el PRI. Entonces vale la pena preguntar: si ya renunciaron en materia económica y ahora renuncian a construcción de derechos, ¿entonces para qué carajos quieren ganar el poder? De nuevo: para que no lo gane el PRI. A eso se reduce el plan político del PRD. Vamos, sus palabras lindan en el cinismo. Por eso Jesús Ortega dice que la alianza con el PAN no sería ideológica, sino estratégica. ¿Y qué carajos es eso? ¿No se dan cuenta de que alcanzar el poder de eso modo (aunque no gane el PRI) implica en realidad un retroceso? Votar por el PRD es votar por el peor de los pragmatismos. Es un pragmatismo que anula al mismo pragmatismo. Insisto, ¿para qué se quiere el poder si inmediatamente queda anulado? Es como amarrarse los pies antes de caminar.

Ahora. Muchos pensarán y dirán: “oye, no te vemos criticando al PRI”. Y así es en este país, si te defines de izquierda y criticas a AMLO entonces eres chucho; si criticas a los chuchos entonces eres pejista. Si criticas a los dos eres panista y si criticas también a los panistas entonces eres priista. Y bueno, con el PRI no voy a detenerme mucho. No representa una opción para mí. El PRI es una máquina electoral que juega con la historia y la memoria para mantener o rehacerse del poder (según sea el caso). A pesar de su heterogeneidad y hasta de su disciplina, los sectores hegemónicos no son los que deberían ser y lo que deberían serlo son grupúsculos mafiosos. De allí que por este acuerdo muchos dirán: “he ahí el por qué de las alianzas”. Perdonen, pero sentimiento antipriista, si bien está justificado, no es un modo de hacer política. Un proyecto político no se justifica por una vía negativa. Tampoco se justifica por favorecer, de forma simplista, la alternancia. (Peor todavía, resulta contradictorio [a menos que se vea como una alianza entre los tres partidos hegemónicos] lograr la alternancia con expriistas, lo que significa que al final el PRI mantiene el poder por otras vías).

Ejemplos: supongamos que en el DF el PRD está haciendo un trabajo maravilloso (supongamos, así que no se anden con jaladas); y supongamos que el PAN lo está haciendo maravilloso en Jalisco (supongamos). ¿Por alternancia se justifica salida de un partido y entrada de otro? Formalmente sí, si en el país que vivimos los proyectos continuaran sin importar el partido que llegue. Si lo pensamos bien, la alternancia puede resultar negativa en el caso de que un partido en el poder esté haciendo un buen trabajo. En todo caso ese partido tendría que continuar. Y bien, en el Estado de México la cosa va muy mal. Se justifica la alternancia. Pero en Guerrero las cosas también van mal. Entonces se justifica la alternancia. En este último caso, el PAN y el PRI deberían aliarse para sacar al PRD, puesto que no ha funcionado. En otros estados tendrían que aliarse el PRD y el PRI para sacar al PAN, que es el caso de Jalisco y su homófobo gobernador. La democracia no se reduce a alternancia y ni siquiera ésta es sinónimo de cambio (diez años del PAN en el poder lo demuestran).

Y bueno, ¿cuál es la idea? Simplemente reflexionar cómo los proyectos políticos de oposición (al PRI, puesto que ya son gobierno) se van anulando. El hecho es que en nuestro país, desde mi perspectiva, en términos electorales nos hemos ido quedando sin opciones. Un proyecto político es aquel que busca el poder para algo y democracia es lograr una mejor calidad de vida para la gente. Si te alías con quienes se oponen a tu proyecto anulas la fuerza del poder y entonces no cambias nada ni mejoras la vida de la gente. Entonces, frente a los procesos electorales en ciernes en el presente año y los que vienen para el próximo en los que alianzas electorales son algo más que una posibilidad, ¿qué hacer?

Una opción, no necesariamente “buena” aunque no por ello absurda o irresponsable, consiste en la anulación del voto, pensando que si bien la democracia no es perfecta sí es perfectible, pero también que su perfectibilidad pasa necesariamente por aceptar y acelerar el momento de crisis visible en la ausencia de opciones. Anular el voto no es un desatino, sino un acto político que asumido con responsabilidad llama a no darle legitimidad a un proceso sustentado en el engaño y la manipulación, en la ocurrencia política y mediática y el pragmatismo desmedido que despoja a la actividad política de su naturaleza ética (lo que es una paradoja: ¿quién habría pensado la actual desvinculación entre la ética y la política?).

Hoy anular el voto puede verse como un acto compromiso ético y político (en otro momento hablar de ética implicaría hablar de política y viceversa, pero actualmente no) frente a la instrumentabilización del voto que sólo logra la reproducción de un régimen no sólo imperfecto, sino en franca decadencia (sí, la democracia mexicana, así de pronto, ya está en decadencia). El voto negativo o voto por eliminación sólo busca la preservación y reproducción del sistema aunque ello no se refleje en un verdadero cambio en la vida de la gente. Anular el voto desde una plataforma crítica, reflexiva y racional es una forma de recuperar el valor del voto y su carácter ético/teleológico de la manía pragmatista que he taerminado por anular la voluntad política (de allí que el voto negativo sea irracional, porque mina la voluntad y en esa medida carece de fuerza ética). En el voto negativo o por eliminación no hay auténtica libertad; se decide con base en despojos.

jueves, 20 de enero de 2011

Mexico tercer lugar en flujo de dinero ilicito.


Para aquellos que creen que este país sólo destaca internacionalmente por el número de pobres, el de muertos por la guerra calderonista, las ignominiosas fortunas acumuladas por un grupúsculo de empresarios y políticos, el escuálido comportamiento económico y el voluminoso cuan creciente volumen de promesas (incumplidas, desde luego) y discursos oficiales, el informe divulgado por Global Financial Integrity aporta un dato relevante sobre uno de los destacados logros nacionales en los años del "cambio" con "continuidad": México ocupa el tercer lugar entre las diez economías en desarrollo con mayores flujos financieros ilícitos en el mundo, con 416 mil millones de dólares acumulados en el periodo 2000-2008, monto equivalente a 42 por ciento del producto interno bruto del último año citado.

Casi nada, pues. En pocas palabras, el muy eficiente régimen político-económico mexicano se ha convertido en una verdadera cuan productiva fábrica de dinero ilícito, sin que alguna autoridad –si es que a estas alturas existe– se tome la molestia de, cuando menos, intentar corregir esta terrible realidad (la "guerra" contra el narcotráfico es muestra fehaciente de ello: mucha bala y más discursos, sin dar seguimiento a los cerca de 30 mil millones de dólares que anualmente, de una u otra suerte, inyectan los cárteles a la economía nacional; el gobierno está tan ocupado gastando plomo, que el elemental follow the money brilla por su ausencia).

Si se considera la espeluznante cifra aportada por Global Financial Integrity, en el último año del priato (Zedillo) y los ocho primeros del panismo (Fox-Calderón) el flujo de recursos de procedencia ilegal promediaría 126.6 millones de dólares diarios o, si se prefiere, 46 mil 222.22 millones de billetes verdes cada uno de los nueve año considerados, monto poco más de dos veces superior a la inversión extranjera directa acumulada en el citado periodo, casi tres tantos por arriba de la captación de remesas enviadas por la paisanada en igual lapso (132 mil 700 millones), o equivalente a un trienio de los dineros presupuestales destinados a la educación pública, a precios actuales.

La poderosa maquinaria mexicana sólo es superada por las correspondientes a China y Rusia, primero y segundo lugares en el inventario de flujos financieros ilícitos en el planeta, con 2.18 billones y 427 mil millones de dólares (55 y 25 por ciento de sus respectivos PIB a precios de 2008). Venezuela no baila mal el joropo, toda vez que en esta materia ocupa el escalón número ocho, con 157 mil millones de billetes verdes. Otros distinguidos representantes latinoamericanos en esta productiva actividad son Argentina (90 mil millones de dólares) y Chile (80 mil millones), de acuerdo con el informe de Global Financial Integrity.

Los mercados cambiario y bursátil de México están retacados de dólares que han fortalecido el tipo de cambio del peso frente a la moneda estadunidense, algo presumido por el gobierno calderonista (al igual que, en su momento, por el foxista) como una aparente muestra de "solidez" macroeconómica y "confianza" en el mercado nacional. Sin embargo, tanto se ha desarrollado el esquema de fondos, sociedades, fideicomisos y demás muestras de opacidad financiera, que lo raro sería encontrar recursos lícitos en esa enorme cuan creciente telaraña de intereses aparentemente sin nombre ni apellido, y, por si fuera poco, totalmente libres de impuestos.

Como siempre, la riqueza petrolera mexicana aparece en el escenario cada que se investigan y documentan actividades ilícitas. El citado informe advierte que "México es el único país petrolero donde la facturación fraudulenta es el método preferido para la transferencia al exterior de fondos ilícitos". En el sexenio foxista, por ejemplo, se registró, de acuerdo con cifras oficiales, el mayor monto de ingresos provenientes del oro negro, y a estas alturas todavía no se sabe dónde quedaron, aunque se argumente que la mayoría de ellos se destinó al gasto corriente, principalmente nómina burocrática, pero a nadie le consta en un país en el que la manipulación de cifras es el deporte gubernamental preferido.

En el caso venezolano se privilegia el soborno, el robo, el cobro de "comisiones", el desfalco y la evasión fiscal como conductos para el trasiego de dineros ilícitos. Aún así, México y Venezuela no son los únicos: "Rusia, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Nigeria (todos ellos destacados integrantes del flujo de dinero ilegal), productores de petróleo, cada vez tienen mayor relevancia como exportadores de capitales ilícitos", de tal suerte que el Global Financial Integrity propone "investigaciones adicionales para determinar si existe un vínculo entre los precios del petróleo y los flujos ilícitos de los exportadores de petróleo".

Para el caso mexicano, el citado organismo documenta la envidiable productividad de la fábrica de dinero ilícito: en el año 2000, último de Zedillo en Los Pinos, tal actividad significó 34 mil 400 millones de dólares; para 2008, con ya saben quién en la residencia oficial, el monto se incrementó a 61 mil 540 millones, un aumento cercano a 80 por ciento entre un año y otro. Aun así, la participación porcentual de México en el total de flujos financieros ilícitos ha ido en descenso, pero no porque internamente se haya frenado o combatido la práctica, sino porque en otros países han resultado más productivos.

Severas han sido las críticas del actual inquilino de Los Pinos en contra de su predecesor, por "no haber hecho nada" para combatir el crimen organizado. Sin embargo, si se atienden las cifras presentados por Global Financial Integrity se puede concluir que, en efecto, a Vicente Fox le queda perfectamente el saco, como también, cuando menos, a Zedillo y al propio Calderón, toda vez que el dinero ilícito lejos de detectarse ha crecido libremente, porque nadie osa tocar al extranjerizado sistema financiero que opera en México (no se vayan a molestar los barones).

Cuenta regresiva:

Faltan 18 meses para las presidenciales de 2012 y algo así como un año para las campañas legales, pero ya todo el mundo está desatado: tiempos adelantados, patadas bajo y sobre la mesa, todos quieren (aunque ninguno tenga con qué), decenas de "precandidatos" sacados de la manga, autoridad electoral inexistente (eso sí, con qué salarios), etcétera, etcétera, pero ninguno de los alebrestados ha tenido la cortesía de notificar al respetable cuál sería su programa de gobierno, qué ofrecen, qué y cómo corregirían las barbaridades cometidas en diez años de panismo y 70 de priísmo. Y tienen razón: total, los ciudadanos sólo votan.

miércoles, 19 de enero de 2011

El euro era el principio, no el final.


A principios del siglo XIX, la burguesía y los terratenientes prusianos comenzaron un proceso de negociaciones con otros treinta Estados germánicos de cara conseguir una unión que estimaban beneficiosa para sus intereses. Tras diversos tratados comerciales, en 1835 todos los negociadores, excepción hecha de Austria, constituyeron el “zoelverein” o unión aduanera, aunque la formación del nuevo Estado alemán no culminaría hasta la victoria de Prusia sobre Francia en 1871 con el Canciller Otto Von Bismarck. Es seguro que los primeros ideólogos de la unificación europea –Coundenhove, Briand, Herriot, Clemenceau, Natoli, Pacciardi: Locke, Montesquieu, Proudhon, Krause o Comte habían escrito mucho sobre la cuestión en los siglos XVIII y XIX- tuvieron en cuenta la experiencia alemana, no lo es tanto que los actuales dirigentes de la Unión Europea se hayan fijado en ella, tampoco si tienen un modelo de futuro o se dedican únicamente a improvisar y aplicar las políticas neoliberales salidas de las mentes perversas de los economistas vieneses que enseñaron a Milton Friedman a elaborar unas teorías que sirviesen a los grandes mercaderes para acrecer la explotación y la desigualdad en todo el planeta tomando como primer campo de experimentación la dictadura chilena del genocida Pinochet. Lo que sí parece cierto es que Europa navega a la deriva dirigida por burócratas de medio pelo que han consentido que la primera economía mundial se vea zarandeada por los especuladores de todo el mundo incluidos los propios, que Europa no pinte nada en el panorama internacional, que Alemania utilice la moneda para su propio beneficio cortoplacista que le permite crecer a costa la crisis de sus socios y que el Estado del bienestar se esté desmantelando a base de reformas que favorecen a los dueños del dinero a costa del interés general.

Desde sus comienzos en 1952 con la firma del tratado que daba nacimiento a la CECA, Comunidad Europea del carbón y el acero, el proceso seguido para llegar a la unión europea se basó en planteamientos economicistas. Así se deduce del Tratado de Roma, por el que nació la Comunidad Económica Europea y el EURATOM en 1957, y de los sucesivos tratados que suprimieron aduanas y dieron nacimiento a la moneda única, hecho este que fue acogido con esperanza por la ciudadanía de los países donde hoy rige, pues parecía que por fin se estaban dando pasos firmes hacia la deseada unión política. No fue así, y una vez conseguida la libre circulación de mercancías y capitales y la implantación del euro se procedió a una apresurada y premeditada ampliación que paralizó por completo todos los proyectos, dejando a los organismos europeos como una especie de árbitros caseros de ese particular “laissez faire, laissez passer” que proclaman los adalides del capitalismo salvaje.

Nadie, salvo algún nostálgico irreflexivo, puede negar que la unión monetaria fue un éxito sin paliativos, de hecho hoy es la moneda más fuerte del planeta. Pero, ¿en qué ha beneficiado a los ciudadanos de a pie, a los trabajadores europeos ese hecho histórico? Pues, sinceramente creo que en nada, absolutamente en nada, salvo que consideremos, y lo es, un beneficio poder viajar por una serie de países sin tener que ir cargado de divisas. Al paralizarse el proceso de unión política por la ampliación –han sido muchos los analistas que han señalado el interés de Estados Unidos para que Europa siga ampliándose hasta el infinito: Saben que es un viaje a ninguna parte- y por el rechazo francés a una Constitución que suscitaba recelos en muchos europeos, del sueño europeo ha quedado fundamentalmente el euro, y el euro, así, a palo seco, dentro de una sociedad “de libre mercado” donde todo se rige por “una mano invisible” que es la más visible de todas, la de los especuladores y acaparadores, ha tenido unos efectos devastadores sobre las economías familiares.

Si la implantación de la moneda única se hubiese hecho con los debidos controles políticos y administrativos, con las debidas y duras sanciones para todos los despabilados que se aprovechan de los cambios y dentro de un proyecto de futuro ilusionante para todos, hoy el euro, y por tanto Europa, sería una realidad fuerte y querida. Pero no ha sido así, y el proyecto europeo parece que sólo ha servido para que los mercaderes acumulen más riquezas y los trabajadores de casi todas las categorías hayan visto disminuir su nivel de vida de forma alarmante. Tan es así que hoy por hoy, cuando en los nueve años de vigencia del euro hemos contemplado como los precios se han multiplicado por tres en muchos países sin que ninguna autoridad comunitaria o estatal haya hecho nada, cuando parece evidente que el único objetivo de la unificación monetaria y de la propia unión europea ha sido que aumente la desigualdad y que los plutócratas lo sean más que nunca, son pocos los que creen en la idea de Europa, en su futuro como entidad política supranacional viable. El euroexcepticismo, promocionado por Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania –incorporada hace unos años para utilizar al euro en su propio beneficio- y los neocon infiltrados en las principales instituciones –Comisión Europea, Banco Central- ha ganado la partida. Esperemos que sólo sea una batalla, y no el final de una guerra, pues la unión política de Europa –pese al esquilmo que ha supuesto el euro para las economías más precarias- es una necesidad acuciante, es el único futuro posible, sobre todo si somos conscientes de que la inacción, la indolencia, el pesimismo, el individualismo exacerbado y la aceptación de la regresión como algo inevitable siempre han sido los principales enemigos del progreso, la libertad y la justicia.

martes, 18 de enero de 2011

Los alimentos por las nubes.


Los industriales agrupados en la Canacintra han tenido la gentileza de notificar a los consumidores que "preparan" un incremento de entre 2 y 3 por ciento en el precio de alimentos y bebidas, resultado del alza en las materias primas y los energéticos, como gasolina, electricidad y gas. Lo anterior, de acuerdo con el presidente del organismo, Sergio Cervantes, porque "en la medida en la que nos aumenten los combustibles, tenemos que reflejarlo en el precio de venta y no podemos esperar. Hay muchas empresas que están prácticamente al día; si nos incrementan las materias primas tenemos que elevar forzosamente los precios".

Excelente noticia para los agujereados bolsillos de los mexicanos en este año de la "contundente recuperación" de la economía (ver México SA de ayer), pero los industriales no pueden llamarse sorprendidos, porque la respuesta del gobierno mexicano la dio, nada más arrancando 2011, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, y la ratificó el flamante secretario de Energía, José Antonio Meade: los gasolinazos no sólo continuarán, sino que se eternizarán. Sin embargo, Cervantes insistió en que "tenemos que ponernos a platicar porque (las alzas) vienen no de nuestro país, sino del mercado internacional, como en el caso de la tortilla, que subió cuando se incrementó el precio internacional del maíz" (La Jornada).

Enero de 2011, pues, inicia igual que en años anteriores: con una brutal escalada de precios, y con la misma respuesta del gobierno federal: "no hay justificación para aumentos desproporcionados; existe capacidad productiva disponible, hay suficiente abasto nacional, el incremento al salario mínimo fue consistente con las expectativas inflacionarias y porque la debilidad del dólar abaratará las importaciones".

Cada cual defiende su trinchera, pero de cualquier forma los consumidores pagan por los platos rotos, quienes ya no sienten lo duro, sino lo tupido. Lo cierto es que de tiempo atrás el gobierno mexicano vio en el mercado internacional la "solución" de todos los problemas nacionales, de tal suerte que se "olvidó" de estructurar una política financiera e industrial interna, que estimule y aproveche esa capacidad instalada ociosa que ahora reivindica, que procure créditos accesibles –en tiempo y costo–, que evite que esos mismos industriales se conviertan, como muchos lo han hecho ante la cruda realidad, en simples importadores de productos, y que cuide los intereses de los consumidores, quienes son, al final de la cadena productiva, los que peor parte llevan en calidad y precio.

Es inconcebible que en un país como México, donde tres décadas atrás se producía prácticamente de todo –en el campo y en la industria– y se promovía el desarrollo industrial para ser considerado como potencia industrial, el único sector que registra un crecimiento medianamente aceptable y constante sea el de los servicios: mataron aquel sueño de potencia industrial, para promover una realidad de simple mayordomo de los intereses foráneos, con la práctica de que internamente cada quien se rasque con lo que pueda, si puede.

Entre otras grandes decisiones, por ejemplo, el gobierno mexicano optó por olvidarse del campo nacional e importar cada día más alimentos, en la creencia de que esa era la solución y fuente de no pocos negocios privados. En lo segundo acertó, pero a cambio de que la panza de la nación pasara a depender no de los productores nacionales, sino de los especuladores del mercado de Chicago y de un selecto grupo de trasnacionales que entre otras cosas imponen precios, de tal suerte que el estómago nacional depende cada día más de factores externos, pretextando asuntos de "globalidad", cuando en los hechos se trata de un asunto de seguridad nacional.

En este contexto, México dejó de producir alimentos para su población, porque era más importante exportar brócoli, espinacas y acelgas. El llamado gobierno nacional creyó que era prioritario vender aguacates y jitomates en el mercado foráneo que garantizar la dieta nacional con productos nacionales, porque todo lo demás se compraba en el mercado internacional, especialmente en el vecino del norte. Desde luego que tal decisión se ha reflejado en el campo nacional y en el miserable ingreso campesino, a la par que en las jugosas y crecientes utilidades de las grandes empresas agroexportadoras. Para no ir más lejos, México importa chiles de China.

De acuerdo con la propia Secretaría de Economía, la Sagarpa reporta que la producción agrícola en 2010 "será superior al año anterior debido a las buenas condiciones del temporal y al incremento de la productividad en el campo, lo que permitirá atender las necesidades de abasto nacional. Para el cierre de 2010 se anticipan aumentos en la producción de granos (16.6 por ciento), hortalizas (7.3), cultivos industriales (2.2), forrajes (4.1) y frutas (3.1), comparado con el año agrícola anterior. Para 2011 también hay buenas perspectivas. Se espera que la producción agrícola se ubique 3.3 por ciento por arriba de la cifra de cierre esperado para el año agrícola de 2010. Para el maíz se estima un aumento de 4 por ciento (25.2 millones de toneladas, blanco y amarillo). En trigo, se prevé una recuperación de la producción de 10 por ciento".

Lo cierto es que la producción interna de alimentos ni de lejos alcanza para cubrir la demanda nacional: indicadores oficiales revelan que en los últimos 15 años México incrementó 400 por ciento las importaciones de alimentos, para lo cual se erogaron alrededor de 180 mil millones de dólares. Para dar una idea, en 1980 México importaba 27 por ciento del consumo nacional de arroz; hoy, 75 por ciento. En igual lapso, 18 por ciento del maíz (actualmente 25 por ciento) y 10 por ciento de trigo (42 por ciento en 2010). La importación de carne en canal bovino se incrementó 281 por ciento de 1990 a 2010; la de porcino, 378 por ciento; la de aves, mil 35 por ciento; la de huevo, 185 por ciento, y así por el estilo.

En 2010, comparado con 2009 (información del Inegi), México importó cinco veces más de carne respecto de la que exportó. En el mismo ejercicio, seis tantos más de leche, lácteos, huevo y miel; 12 veces más de cereales; 3.6 veces más de productos de molinería; 30 veces más de semillas y frutos oleaginosos, frutos diversos; nueve veces más de grasas animales o vegetales y tres veces más de preparaciones de carne y animales acuáticos. En cambio, exportó 11 tantos más de hortalizas con respecto de lo que importó.

Lo asombroso:

Alabado sea el Señor y la Iglesia que dice representarlo: ahora beatificarán a un protector de pederastas.

domingo, 16 de enero de 2011

Alemania y Francia deciden rescatar a España para evitar que China lo haga.


Algo se mueve en la eurozona. Y no sólo en los países periféricos agobiados por la presión de los mercados. También en Alemania y Francia, donde ven con preocupación la creciente presencia de China en países como España o Portugal. Lo que intranquiliza no es que la ‘fábrica del mundo’ compre deuda pública ibérica. Lo que inquieta es que gobiernos entrampados hasta las cejas conviertan sus territorios en gigantescos portaviones que faciliten la entrada en Europa de mercancías chinas desplazando a los bienes alemanes o franceses.

Este factor, según David Cano, socio director de Analistas Financieros Internacionales (AFI), explicaría en parte los últimos movimientos de Berlín y París en favor de aumentar el fondo de rescate hasta los 1,5 billones de euros y calmar a los mercados. “A Alemania no le han gustado esos viajes”, asegura Cano, “y antes de dejar que los chinos solucionen los problemas de los europeos -por supuesto que a cambio de algo- han decidido resolverlos ellos”. Y el instrumento ha sido anunciar un mecanismo de intervención más ambicioso que ha permitido calmar por el momento a los mercados.

La presencia de Pekín en Europa -China se ha convertido ya en el tercer socio comercial de España desplazando a Italia- no es, desde luego, el único factor que explica la caída de las tensiones financieras. También la sensación de que el incendio comienza a cercar a países como Italia y Bélgica, lo que alimenta las expectativas (si todavía quedaban algunas dudas) de que la crisis del euro va realmente en serio y no es solamente un fenómeno asociado a países con escasa credibilidad en los mercados.

Y para apuntarla esta idea, se echa mano de unas intranquilizadoras palabras de Otmar Issing sobre el futuro del euro recogidas por Financial Times. Issing no es un cualquiera. Es una autoridad. Entre 1998 y 2006 fue el economista jefe del Banco Central Europeo (BCE) y nadie duda de su apuesta por el euro. Es un europeísta convencido. Pero este martes ha reconocido que la actual crisis “amenaza la supervivencia de la unión monetaria”. Son palabras mayores en un contexto como el actual, y de ahí que Francia y Alemania hayan decidido poner manos a la obra.

Para ello cuentan ya con un instrumento decisivo. En las conclusiones del último Consejo Europeo se dejan bien claras las condiciones que tendrán que cumplir los países intervenidos. Y en concreto se matiza que las ayudas se basarán “en un programa estricto de ajuste económico y presupuestario y en un riguroso análisis de la sostenibilidad de la deuda efectuado por la Comisión Europea y el FMI, en contacto con el BCE”.

Es decir, y como no podía ser de otra manera, los países intervenidos tendrán que ser sometidos a una dura cura de adelgazamiento. Como sostiene José Luis Feito, director de la Comisión de Economía de CEOE, si España cae,” será la segunda vez que es intervenida. La primera, en 1959 con el Plan de Estabilización”.

Sube la rentabilidad del bono alemán

Pese al relajamiento de las tensiones monetarias, algunos analistas destacan el hecho de que la rentabilidad del bono alemán a 10 años -la gran referencia- se ha ido hasta situarse por encima del 3%. Muy lejos del 2,33% que marcaba en septiembre. La explicación que ofrece David Cano, de AFI, es doble. Por un lado, su evolución es coherente con los aumentos de rentabilidad del bono americano, y, por otro, Alemania pierde fuerza como país-refugio.

Esto último, en principio, es una buena noticia, ya que indicaría que hay deuda soberana atractiva para los inversores, pero ‘desnuda’ a quien interpreta el estrechamiento del diferencial con Alemania (que ayer se situó en 230 puntos) como una apuesta por la economía española. Lo cierto es que ayer el Tesoro tuvo que pagar un 27% más que en la última subasta para colocar 2.999 millones al 4,59%. A años luz del 1% en que se sitúa el precio oficial del dinero. Desde agosto, el bono alemán se ha encarecido en 65 puntos básicos (0,65 puntos porcentuales) y el español en 138, lo que da idea de la distancia entre ambas economías.

El próximo examen del Tesoro será el día 20, jueves, cuando tenga que colocar obligaciones a 10 años. El mercado espera una rentabilidad que puede situarse en el entorno del 5,3%. En todo caso, tipos altos que encarecen la financiación. No sólo de las administraciones públicas, sino también de los agentes económicos privados: familias y empresas. El cóctel es todavía más explosivo con la subida las materias primas, y en particular del petróleo, que ya roza los 100 dólares, lo que ha situado la gasolina muy cerca ya de sus máximos históricos.

En palabras de un dirigente empresarial, la economía española se acerca peligrosamente al primer semestre de 2008, cuando el endurecimiento del crédito y la caída de la renta disponible de las familias por el alza de las materias primas -además de otros factores- abocaron al país a un duro ajuste económico. Y ese es el argumento que va a utilizar Moncloa en las negociaciones con sindicatos y empresarios. O hay acuerdo o hay intervención, con lo que ello supone para el país.

miércoles, 12 de enero de 2011

¿La senda del "crecimiento"?.


Con la graciosa creatividad que lo caracteriza, el inquilino de Los Pinos arrancó el año nuevo con la cantaleta de siempre: “México está en la ruta del crecimiento, porque cuenta con una economía sólida y fuerte, que ofrece condiciones para despegar… Hoy, nos hemos recuperado y estamos de vuelta en la senda del crecimiento”. Y se quedó tan tranquilo.

Qué innovador discurso, pero ¿en serio México está "de vuelta en la senda del crecimiento"? Para crecer, lo que se llama crecer, el país requiere una tasa anual promedio constante no menor a 6 por ciento, algo no registrado desde el sexenio de José López Portillo, cuando tal media fue de 6.55 por ciento, lo que quiere decir que a lo largo de las últimas tres décadas México, en realidad, ha estado muy alejado de la senda del crecimiento, y mucho más desde que la burocracia panista se instaló en Los Pinos con crucifijos y escapularios.

Si se consideran los garbanzos de a libra (crecimientos aceptables en un año, ya no en un periodo medianamente prolongado), ese 6 por ciento no se reporta desde 2000, el último, felizmente, de Ernesto Zedillo en la residencia oficial (6.64 por ciento, para ser exacto). Ese fue el último de los mohicanos. Con Miguel de la Madrid el año de mayor "crecimiento" fue 1984 (3.41 por ciento de "avance"); con Carlos Salinas, 1990 (5.18 por ciento); con Ernesto Zedillo, 1997 (6.78); con Vicente Fox, 2006 (4.78) y con Felipe Calderón, 2010 (5 por ciento es el estimado). En todos los casos citados la alegría fue efímera, porque de inmediato el "ritmo" de avance se desplomó.

En el caso de Felipe Calderón el resultado de su estancia en Los Pinos ocupa la segunda posición entre las peores de los últimos 30 años, sólo superado (hasta ahora) por Miguel de la Madrid, el inefable ex presidente gagá (versión del psicólogo Carlos Salinas de Gortari). El mismo personaje que presume estar "de vuelta en la senda del crecimiento" registra una tasa anual promedio de "avance" de 1.2 por ciento (incluida la proyección para 2011), algo no visto desde el final de los años 20 y principios de los 30, y sólo mejorado por el 0.15 por ciento de MMH (cinco años en la residencia oficial).

En 30 años el país ha ido de mal en peor. En materia económica, por ejemplo, el balance es el siguiente: el "último presidente de la Revolución" (como José López Portillo se autonombró) dejó una tasa anual promedio de 6.55 por ciento; con Miguel de la Madrid esa tasa se desplomó a 0.34 por ciento; con Carlos Salinas subió a 3.9 por ciento; con Ernesto Zedillo descendió a 3.5; con Vicente Fox se redujo a 2.3, y con el mismísimo Felipe Calderón a la mitad de su antecesor (1.2 por ciento). En promedio, alrededor de 2 por ciento anual en tres décadas.

Como hemos mencionado en este espacio, el panismo cumplió una década en Los Pinos y más allá de rosarios, crucifijos, buenas conciencias y excelentes negocios privados nada procuró en favor de los mexicanos. En ese lapso ofreció el peor resultado, producto de los peores gobiernos, entre los peores. A punto de montarse en el Ipiranga, Porfirio Díaz dejó tras de sí una década, la primera del siglo XX, con una tasa anual promedio de crecimiento económico de 3.31 por ciento. En la primera del siglo XXI, la dupla Fox-Calderón apenas alcanzó una tasa de 1.18 por ciento.

El "cambio" (Fox) con "continuidad" (Calderón), presumido por el panismo, ha sido un estrepitoso fracaso en lo político, económico y social. Por abajo del infausto resultado blanquiazul, sólo se registran los saldos históricos en la segunda y tercera décadas del siglo XX, con el país convulsionado por el movimiento revolucionario, la guerra cristera –de la que se ufana ser heredero el actual inquilino de Los Pinos– y la hecatombe económica de 1929. En el periodo 1911-1920 la tasa anual promedio de crecimiento económico a duras penas alcanzó 0.21 por ciento, mientras en 1921-1930 el indicador se redujo a 0.20 por ciento, lo que resume 20 años de convulsión política, económica y social, de reacomodos, de guerra y crisis "externa", carentes, como en la década panista, de bonanza petrolera, "histórica" inversión extranjera, "boyante" planta productiva, "exportaciones sin límite", finanzas públicas "sanas" y demás bellezas presumidas por los neoliberales.

La dupla Fox-Calderón, el panismo institucionalizado, prometió todo e incumplió todo. Logró lo impensable: otra década perdida para el país. En el periodo 2001-2010 el resultado económico es desastroso: "crecimiento" anual promedio de 1.18 por ciento (hasta 2010), algo no registrado en 80 años. En la primera década perdida –los años 80– la tasa anual promedio de "crecimiento" fue de 1.9 por ciento, el peor resultado –hasta la llegada del panismo a Los Pinos– de la dictadura neoliberal mexicana.

Entonces, si ese es el concepto que de "senda del crecimiento" tiene Felipe Calderón, de plano México está perfectamente jodido, y lo estará más si a golpe de propaganda, marketing, dinero sucio y cochinero electoral (como él mismo comprenderá) logra engordar a su desnutrido Cordero (el señor de los aumentos y los gasolinazos) que pretende imponer en Los Pinos para el periodo 2012-2018.

Y si de cifras se trata, allí está el siempre exacto vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, quien afirmó que “el registro del gobierno federal en materia de agresiones a derechos humanos de migrantes en territorio nacional no es coincidente con la que emitió la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la cual reportó 10 mil secuestros de abril a septiembre de 2010… Ciertamente, no es coincidente ese dato con los reportes que tiene el gobierno mexicano, en particular en materia de denuncias” (El Universal).

Muy bien, no coinciden, pero ¿qué es lo que no coincide? ¿Qué desmiente? ¿Cuál es el número que tiene registrado el gobierno? ¿Nueve mil 999, 10, uno? Desmiente, pero no aclara, aunque cuidado: si contabilizan los secuestros de migrantes como lo hicieron con los ninis (285 mil, según comunicado conjunto de las secretarías de Gobernación y de Educación Pública; 7.5 millones de acuerdo con la realidad), entonces de plano en México no hay secuestros; sólo percepciones.

Que poca!!!.

Al simpatiquísimo señor Blake Mora no se le ocurrió mejor chiste que el siguiente: "La población en extrema pobreza en el país se ha reducido a pesar de la crisis económica, que a diferencia del pasado ha sido de origen externo". Qué gracioso, sobre todo cuando se recuerda que la Cepal ha documentado que "la única nación (latinoamericana) en la que se registró un empeoramiento de la pobreza fue México". Y ambos se refieren a la misma crisis.