miércoles, 16 de noviembre de 2011

Lopez Obrador, El Candidato.

Ya es oficial que Andrés Manuel será el candidato presidencial de los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Ciudadano, y del Movimiento Regeneración Nacional y que ellos, junto a otras expresiones sociales y políticas, trabajarán por la creación -a propuesta de Marcelo Ebrard- del movimiento progresista que pujará para llevar al primero a despachar en Palacio Nacional.

El jefe de Gobierno del Distrito Federal, acompañado del tabasqueño de Macuspana, explicó al centenar de colegas que cubrieron el trascendente anuncio no sólo para las izquierdas sino para la vida política presente y futura, que “Podría yo argumentar que nos fuéramos a una elección interna de aquí a diciembre, pero no lo haré por congruencia”, además de que “una división en la izquierda representaría llevarla al precipicio. Eso no lo haré nunca”. Y remató: “Cumplo y acato los resultados de las encuestas, cumplo lo que he dicho. Hoy soy y le soy leal” a la causa, por encima de la vanidad.


En reciprocidad, el favorecido en tres de las cinco preguntas aplicadas por las firmas Nodos y Covarrubias a 6 mil encuestados mayores de edad en sus domicilios particulares, el antepasado fin de semana, estableció el siguiente símil: “Marcelo, como Ulises el de La Odisea, no se dejó cautivar por el canto de las sirenas, se puso cera en los oídos; nos está dando una lección: como ser humano”. Lo describió, además, como buen amigo y compañero, dirigente político extraordinario y excepcional que ha demostrado con hechos anteponer el interés general al personal.


No es para menos. Con tesis, escenarios, sentencias periodísticas y políticas -producto del pensamiento individual, pero también de los encargos de dirigencias partidistas y del grupo gobernante-, apostaron múltiples firmas al fracaso del acuerdo entre los dos aspirantes presidenciales y los hombres y mujeres que representan o se identifican con ellos.


Ríos de tinta y muchísimas ondas hertzianas sobre la presuntamente congénita vocación de las izquierdas para confrontarse, dividirse, empezarán a quedar atrás; pero no cejarán las voces que más por comisión que por convicción refrendarán las apuestas por la división de las siniestras.


Sin embargo, lo anunciado el martes 15 es apenas un primer paso, aunque importantísimo. Pero sólo eso. Falta andar el difícil y sinuoso camino de la construcción del movimiento progresista que se anunció, tan amplia e incluyente como lo permita el programa de gobierno para virar el rumbo del país, en el que fue inserto en 1982 por decisión unilateral de las elites nacionales, fuertemente impulsadas por las extranjeras, particularmente las estadunidenses.


Está por delante también que la vocación y el compromiso unitarios de los dos personajes, sus partidos y movimientos, permee a sus dirigencias altas y medias, militantes y adherentes, además por supuesto de los votantes duros pero sobre todo los potenciales.


Compromiso y vocación que pasa, además, por la elección o designación por la vía que convengan, de los candidatos que abanderará la coalición de las izquierdas para múltiples cargos de elección popular que estarán en juego el primer domingo de julio de 2012.


La convergencia de esfuerzos y la unidad en la acción política y electoral -desde arriba y desde abajo, y a la inversa, en un proceso simultáneo-, necesariamente tendrán que construirse cada día, todas las semanas y los ocho meses y medio que restan para la madre de todas las batallas.

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