jueves, 8 de julio de 2010

Ni a almohadazos.


La resolución, a un mes de las elecciones, hace que el proceso se halle envuelto en una neblina de sospecha y que se encuentre desaseado. Es una mancha más de lo que en la columna Matarili se llama “la política dálmata” que se practica en México.

¿Por qué se dejó pasar tanto tiempo? Ese es, precisamente, el motivo del juego político: ganar tiempo, unos, y hacerlo perder, a otros.

En actuación existe lo que lo se llama ‘el taimin’, del inglés “taming”, que proviene, a su vez, de “time” o “tiempo”. Se refiere al ritmo de un parlamento o una escena. Hay representaciones que se frustran porque les faltó el ‘taimin’.

De la misma manera, en la política. La clase política es el equivalente al gremio de los actores, que deben saber cuando entrar o salir de escena. Por ejemplo, cuando un personaje muere o lo matan, literal o políticamente hablando.

Hace dos días se le dictó la formal prisión a Gregorio “Greg” Sánchez Martínez, por lo que el Instituto Federal Electoral (IFE) le retiró, ahora sí, sus derechos ciudadanos de ‘votar y ser votado’, por lo que dejó de ser el candidato a la gubernatura de Quintana Roo por la coalición Partido de la Revolución Democrática (PRD)-Partido del Trabajo (PT)-Convergencia. El “Greg”, preso y políticamente fulminado.

El también alcalde con licencia por Benito Juárez (Cancún), QR, sería presunto responsable de ilícitos vinculados con la delincuencia organizada, incluyendo ‘operaciones sospechosas’ de carácter financiero. Entre 2002 y 2008, habría realizado operaciones con recursos de procedencia dudosa o “sospechosa” por 27 millones de pesos, según la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda.

Ese sería el menor de los delitos o uno más de los negocios en los que se hubiera visto involucrado “Greg”. Negocios bajo el cobijo de la política, como el del supuesto tráfico de personas desde Cuba, de donde es su esposa, de tránsito hacia Estados Unidos. Un caso que le interesa, por obvias razones, a Washington, al que le gusta ‘meter presión’ a México.

Gregorio Sánchez fue detenido la semana pasada, acusado de tener vínculos con el cártel de los hermanos Beltrán Leyva y con ‘Los Zeta’. Un político, al parecer, con una ‘larga cola’, que era investigado desde hace tiempo y que se le acusa formalmente a unas cuantas semanas de las elecciones, sin que la coalición partidista tenga la oportunidad de poner un ‘emergente’.

Además, está el hecho de que conociendo sus ‘antecedentes’, el PRD, en coalición con el PT y Convergencia, lo haya nombrado su candidato, que en principio eran ‘rumores sin fundamento’. Un candidato al que se le cuestionaba su militancia de ‘izquierda’, y que era, no obstante, el único que podría vencer al PRI en Quintana Roo. Resultaba necesario ‘descarrilarlo’.

El asunto de “Greg” nos lleva a los nexos de los candidatos políticos con el crimen organizado y el ‘dinero sucio’ que podría llegar a las campañas y, en caso de ganar, a los gobiernos municipales y estatales. Los narcogobernantes.

Es claro que el ‘ganón’ de este río revuelto, mejor dicho, ‘revoltijo’, será el PRI, que se mantendrá firme en QR, a pesar de que la candidata panista, Alicia Ricalde, quisiera que el voto opositor se le uniera para sacar al tricolor. Todo vale.

El cacicazgo, y los negocios que se han edificado a su amparo, bien valen la guerra, así sea ‘guerra sucia’. ¿Hay, acaso, una ‘guerra limpia’? Ni a almohadazos.


Jose Maria Goenaga Paoli.

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